El centro histórico de Bukhara no te deja indeferente: lleno de madrazas, mezquitas, bazares y mercados tradicionales, rodeados por viejos coches de la época en la que Uzbekistán formaba parte de la unión soviética.
Pero, al igual que el Registán en Samarcanda, hay un lugar en Bukhara que destaca por encima de su conjunto. Se trata del desconocido Poi Kalon: una plaza con un minarete que recuerda a un faro, una madraza que no es una tienda de souvenirs y una ex-mezquita tan grandiosa que cuando ves su interior te quedas sin aliento.
Pero, al igual que el Registán en Samarcanda, hay un lugar en Bukhara que destaca por encima de su conjunto. Se trata del desconocido Poi Kalon: una plaza con un minarete que recuerda a un faro, una madraza que no es una tienda de souvenirs y una ex-mezquita tan grandiosa que cuando ves su interior te quedas sin aliento.
El minarete Kalon no es importante sólo por su belleza, sino también por su historia.
Cuenta la leyenda, que cuando lo construyeron en el siglo XII, se cayó encima de la mezquita que había a su lado, y al reconstruirlo en el siglo XIII, excavaron 10 metros de cimientos y le pusieron colchones de juncos que hacen que, este monumento de 47 metros de altura, fuese fabricado a prueba de terremotos. Cuando el temible Genghis Khan lo vio, quedó cautivado por su belleza y no pudo destruirlo, por lo que es testigo único de aquella época en la que el resto de monumentos desaparecieron a su paso.
El uso de este minarete no sólo ha sido el de llamar a la oración, también ha servido como torre de vigilancia y, lo más chocante de todo, como "corredor de la muerte", ya que por él subían los condenados a muerte para ser lanzados desde lo más alto en las épocas más convulsas y terroríficas que vivió la ciudad.
Ahora se encuentra acompañado por la Mezquita Kalón, donde sus 208 columnas dispuestas de forma muy inteligente, sus 288 cúpulas que permiten refrigerar el caluroso ambiente (sobre todo en verano) y un gran patio con una fuente y un árbol, alberga una capacidad de 10.000 personas, todas ellas orando.
Al otro lado de la antigua mezquita se encuentra la madraza Miri Arab, que, milagrosamente, todavía funciona como tal, enseñando a sus estudiantes los prefectos del Corán. Es por eso, que sólo se puede visitar un trocito de la entrada y por una ventana se atisba el interior de tan hermosa construcción.
Visitamos esta plaza en numerosas ocasiones y con diferentes luces se pueden ve diferentes matices. Cuando más bella nos pareció fue al atardecer, sobre todo la madraza y la cúpula de la mezquita.
El Poi Kalon es la joya de la corona de Bukhara. Pero por muy impresionante que es este trío, no es lo único, ni mucho menos, que esta ciudad tiene que ofrecer a sus visitantes.
Muchas de esas cosas, os las contaremos en otra ocasión.
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