La región formó parte del protectorado francés a finales del siglo XIX, fue ocupada por el ejército francés, y el primer civil extranjero que se asentó en Sa Pa lo hizo en 1909. Pronto se construyó un sanatorio y pocos años después empezaron a construirse villas.
Durante la segunda guerra mundial muchos de los edificios coloniales fueron destruidos y la zona quedó abandonada. A principio de los 60's la región fue habitándose con vietnamitas del sur y en los 90's comenzó a resurgir como zona turística y fue recuperando el estilo colonial que tuvo.
Lo primero que nosotros visitamos de SaPa fue el mercado, el primero "propiamente dicho" que vimos en Vietnam y nos sorprendió bastante, sobre todo la zona de la carne, por el intenso olor que desprendía.
Al contrario que la zona del pescado ya que los peces siguen vivos.
Y donde curiosamente, también venden gusanos, que fotografiamos, pero no nos atrevimos a probar...
El mercado es bastante completo, y en la parte de arriba venden ropa y zapatos, de todo tipo, pero sobre todo de trekking. Después de ir de compras, aprender a regatear (lo justo y necesario) nos fuimos a comer para coger fuerzas y visitar la montaña Hàm Rông.
La comida es diferente aquí, diferentes especias y algo más calórica que en Hanoi, lo que está bien, porque estamos a finales de octubre y hace fresquito, así que apetece.
Después nos dirigimos hacia la montaña Hàm Rông, sin saber exactamente que es lo que nos vamos a encontrar. Y la palabra que define esta montaña/parque es, sin duda, surrealista.
Su nombre significa literalmente boca de dragón, y al parecer, ese peñasco del fondo con forma de mandíbula que se acerca sigilosamente a Miguel por detrás tiene la culpa.
Más que una montaña virgen, lo que encuentras aquí es una especie de parque con muchos jardines, y camino empedrado, pero no te engañes, es todo cuesta arriba, y aunque es accesible, la subida hasta la cima cuesta. Eso sí, una vez arriba, que te tiren las piernas es lo de menos, la vista es espectacular, sin duda una de las mejores de Sa Pa y también del Fan Xi Pan, la montaña más alta de Vietnam.
Hasta aquí todo más o menos normal ¿no?, entonces ¿por qué nos pareció surrealista? Muchos de los jardines que encuentras en la subida son jardines temáticos: de orquídeas (nosotros no pudimos ver éstas en todo su esplendor porque ya no es el tiempo de flor), pero también de animales del horóscopo chino, pero de la forma más pintoresca...
La cabra más o menos normal, pero el ratón ¿os suena?....
No os desvelamos el resto para que os quede algo por descubrir... pero hay que reconocer que en un país comunista, donde todavía no había Mac Donalds, la factoría Disney parece haberse hecho un hueco en el imaginario de la población vietnamita.
Además de jardines extravagantes con diversas temáticas, y algún que otro chiringuito (bastante parecidos a los nuestros) para descansar a tomar un refresco en la subida, también puedes ver un espectáculo folclórico de las diferentes etnias vietnamitas, con una panorámica de la Sapa más verde en el fondo.
Aunque el espectáculo no es apto para todos los públicos (es como ir a ver la obra de un colegio, cuando no conoces a ninguno de los niños) permite hacerse una idea de la diversidad de tribús que habitan la zona, sus diferentes vestimentas y sus curiosas costumbres y las diferentes maneras de celebrar que hay entre ellas, por lo que yo os lo recomiendo, pero Miguel se aburrió como una ostra..., así que el no...
Y después de pasar toda la tarde disfrutando de la montaña Hàm Rông, decidimos dar una vuelta por la ciudad que tanta curiosidad no había despertado desde arriba...
Sa Pa tiene muchas cosas que ofrecer, tanto la moderna ciudad, llena de restaurantes, casas de masaje, hoteles y villas coloniales en la que los turistas se deleitan, como los mercados tradicionales o la plaza de la catedral que se llena de mujeres intentando vender su artesanía, con sus coloridos trajes y la sonrisa siempre puesta.
Aunque sin duda lo mejor está a pocos kilómetros de allí, entre bosques de bambú, campos llenos de terrazas de arroz, búfalos y niños, que aunque tienen poco, parecen muy felices. La belleza de Sa Pa radica en Cat Cat y en Matra, en Lao Chai y en Ta Van, y en muchas otras aldeas que nosotros no tuvimos tiempo de visitar, pero que visitaríamos con los ojos cerrados.
Si estás planificando tu viaje a Vietnam, reserva un par de días para visitar esta tierra, donde el Himalaya va perdiendo su nombre porque queda tapado por arrozales, camuflándose como la cordillera Hoàng Liên Sơn, y donde vive la gente con la sonrisa más bonita del mundo.
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