Samarcanda: el Registán

29 de junio de 2015

Llegamos a Samarcanda desde la yurta y Nurata cansados y hambrientos, así que lo primero que hacemos es ir a comer unos pinchos cerca de nuestro B&B.
Desde allí, nos acercamos al Registán, la plaza de arena, la plaza que nos ha traído a Uzbekistán, y que está compuesta por tres madrazas titánicas. Lo que vimos superó todas nuestras expectativas...

Por la posición de nuestro alojamiento, al lado del Registán, lo fuimos a ver con frecuencia y a muchas horas del día, y de la noche. Pero no sólo fue lo primero que visitamos cuando llegamos a Samarcanda, fue también lo último.
Tuvimos la suerte, de que en nuestra primera noche en Samarcanda, una excursión de alemanes contrató un espectáculo de luces y sonido, y aunque no nos enteramos de la historia porque no hablamos alemán, pudimos disfrutar de la belleza del Registán iluminado en la oscuridad.

Registán de noche, Samarcanda, Uzbekistán


Esta es su historia:


Madraza Ulugh Begh

Es la mas antigua de las tres, aunque todas parecen coetáneas, y la mandó construir Ulugh Begh (de ahí su nombre) en 1417. Tan sólo tres años después este coloso estaba terminado. El nieto de Tamerlán fue un gran astrónomo y matemático, lo que quedó reflejado no solo en su legado científico, también en esta madraza cuyo frontal (pishtak) está repleto de estrellas. Dos alminares flanquean el monumento y cuando atraviesas la entrada te encuentras en un patio (iwan) desde el que se puede acceder a lo que fueran los edificios donde se daban las clases magistrales y a una antigua mezquita.

Madraza Ulugh Beg, Registán, Samarcanda, Uzbekistán


Decoración de la Madraza Ulugh Beg, Registán, Samarcanda, Uzbekistán
Decoración de la Madraza Ulugh Beg, Registán, Samarcanda, Uzbekistán























Ahora hay una exhibición de cerámica uzbeca, una exposición sobre la vida de Ulugh Begh y una sala con decoración tradicional uzbeca, además de diferentes tiendas de souvenirs, donde antaño se estudió no solo religión y filosofía, también ciencias y astronomía. El propio Ulugh Beg instruyó a algunos de los casi cien estudiantes que llegó a albergar esta madraza.

Interior de la Madraza Ulugh Beg, Registán, Samarcanda, Uzbekistán



Madraza Sher-Dor

Esta madraza es la más conocida de todo Uzbekistán, debido a que en su fachada se pueden ver dos leones (que a mi me parecen tigres) persiguiendo unos ciervos, algo insólito en la religión islámica y que ya os contamos al hablar de la  madraza Nadir Divanbegi, en la plaza Lyab-i Khauz de Bukhara. De hecho, su nombre se puede traducir como madraza con leones, y no se conoce la razón de ser de estos animales con el sol a sus espaldas, algunos apuntan a que es una referencia al pasado zoroástrico de la ciudad, pero incluso de ser así, es extraño que eligieran un monumento islámico para hacer esa alusión.

Madraza Sher Dor, Registán, Samarcanda, Uzbekistán


Además, en mitad del pishtak, se puede ver una esvástica, que se utilizaba como símbolo de abundancia y fertilidad. A nosotros, este hecho, no nos llamó mucho la atención, porque lo habíamos visto en Vietnam en muchos templos y pagodas.

Aunque sea difícil darse cuenta sólo mirándolas, Sher-Dor se construyó doscientos años más tarde que su vecina de enfrente, la madraza Ulugh Begh, a la que se parece bastante.

Madraza Sher Dor Registán, Samarcanda, Uzbekistán

La decoración de algunos arcos es alucinante, y más todavía si te enteras de que está hecho, nada más y nada menos que de ¡papel maché!




  


Madraza Tilya-Kori


La madraza central empezó a construirse tan solo 10 años después de que se terminase la edificación de la madraza Sher-Dor, donde se encontraba el caravansar de la plaza, como residencia para estudiantes.

Se parece mucho a las otras dos, pero es un poco más refinada si cabe. En lugar de estar flanqueada por alminares, lo está por torres y en la parte izquierda de su iwan, de forma más cuadrada, está la mezquita coronada por una cúpula. Durante mucho tiempo fue la mezquita más importante de Samarcanda.



Una vez en el interior de esta madraza, el nombre de la misma, "decorada con oro" adquiere todo tu significado. Maravillados por tanto dorado, estuvimos un tiempo debatiendo la posibilidad de que fuera papel pintado, pero al parecer los adornos están pintados a mano.




Precioso ¿verdad? La verdad es que el Registán es tan bonito por dentro como por fuera, lo veas desde el ángulo que lo veas, y a la hora del día (y de la noche) que sea.



Y es que cumplió con nuestras expectativas, a pesar de que era muy altas, y pese a que ya habíamos visto cosas increíbles en Khiva y en Bukhara.

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