Uzbekistán deja buen sabor de boca

3 de agosto de 2015

Una de las primeras preguntas que te haces cuando diseñas el viaje a Uzbekistán es el sentido del mismo: visitar primero Samarcanda o dejarla para el final. Nosotros habíamos leído mucho al respecto y la opinión mayoritaria era empezar por Samarcanda y terminar con la hermosa Khiva.
Sin embargo, al leer lo mal que estaban las carreteras en el país, optamos por hacer el camino entre Khiva y Bukhara en avión y como no hay vuelos todos los días, la única manera que nos cuadraba era visitar Samarcanda después de las otras dos.

Tras haber visitado el país, creemos que es la mejor manera de disfrutar de todo lo que Uzbekistán tiene que ofrecer. Los monumentos iban haciéndose más grandiosos a menudo que avanzábamos el viaje, y aunque las ciudades iban perdiendo un poco de encanto, nosotros íbamos ganando soltura a la hora de movernos y de negociar con los uzbecos. 

Fachada en Samarcanda, Uzbekistán

Es difícil saber si el Poi Kalón de Bukhara nos habría gustado tantísimo si antes hubiéramos visto el impresionante Registán, si los mausoleos de Khiva, Bukhara y Nurata habrían llamado nuestra atención después de ver Shah-i-Zinda,...

La verdad es que tras ver Khiva, creímos que el resto de Uzbekistán nos iba a decepcionar, pero no lo hizo. La pequeña ciudad amurallada de Itchan Kala, nos sedujo de tal manera que la fascinación se quedó con nosotros durante todo el viaje, pero nos permitió disfrutar del resto de experiencias que vivimos y monumentos que visitamos, de la gente que conocimos y de aquellos con los que nos cruzamos.

Escalera del minarete Islam khodja, Khiva, Uzbekistán


¿Cambiaríamos algo del viaje? La verdad es que poco. La localización de nuestros hoteles era excepcional, el trato muy bueno, los desayunos abundantes... En el Jahongir de Samarcanda encontramos lo que habíamos esperado de la yurta: la convivencia más estrecha con otros viajeros. Me acuerdo de esos desayunos en los que nos quedábamos hablando hasta mucho después de que el café se hubiera acabado, olvidados de que empezaba a hacer calor afuera y que teníamos muchas cosas por visitar, mientras compartíamos nuestras experiencias en este país y en muchos otros con gente que, aunque muy diferente a nosotros, ve el mundo desde un prisma parecido al nuestro.

La fecha en la que fuimos también fue acertada. De hecho, cuando el sol estaba en lo alto, hacía bastante calor y las sombras eran escasas, así que muchos días nos refugiábamos en nuestro alojamiento para poder estar descansados y poder ver los amaneceres al día siguiente. No sé como lo hará la gente que va en Agosto, pero tiene que ser bastante parecido a lo que tuve que hacer en Egipto: levantarse a las 4 de la mañana, volver al hotel a las once y volver a salir a las 4 de la tarde, y aún así, pasar mucho calor....

Panorámica desde minarete Djuma de Khiva, Uzbekistán
No hay sombras en las zonas monumentales al mediodía.
Lo que menos nos gustó, sin duda, fue la carretera que une Bukhara y Samarcanda. Conocimos a viajeros que la hicieron en tren, y que disfrutaron de la yurta en Khiva. Si nosotros lo hubiéramos hecho así, tendríamos que haber hecho el trayecto entre Urgench y Bukhara por carretera, ya que sólo hay avión entre ambas ciudades los domingos o los lunes. Nuestra recomendación: que planifiques bien las fechas si no te importa adelantar o retrasar el viaje, o que asumas que el camino es largo y la carretera mala e intentes sacar el máximo posible de ella: parando a ver petroglifos, fábricas de cerámica...

También hay que armarse de paciencia en los aeropuertos,estaciones de tren y el metro, los controles de acceso son exagerados y hay que tener el pasaporte siempre encima. Supongo que es el precio que hay que pagar por sentirse seguro.

Una de las cosas que no llegamos a entender de Uzbekistán, y que seguimos sin hacerlo, es el cambio de moneda. En las casas de cambio oficial,  cuando fuimos (abril 2015), cambiaban un euro por 2800 UZS (Uzbekistaní Sum) y, sin embargo, en el mercado negro (la frutería de la esquina, por ejemplo) por un euro pudimos conseguir hasta 4100 UZS. Si cambias mucho de golpe, incluso más.
A los turistas nos viene muy bien, pero, ¿qué consiguen los uzbecos devaluando su moneda? Por más que le hemos estado dando vueltas no entendemos a quién beneficia esta práctica tan extendida en los mercados y plazas, a medio y largo plazo.

Pero si hay algo que destaca por encima de la belleza de Uzbekistán, de sus madrazas y mezquitas, de los colores de sus mercados, es, con toda seguridad, la gente. Los uzbecos son lo mejor de Uzbekistán, pero eso ya, es otra historia.

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