Llevábamos mucho tiempo (desde finales desde 2012) intentando quedarnos embarazados, aunque durante esos más de tres años ha habido períodos más intensos en la búsqueda que otros.
Miguel tuvo un cáncer de testículo en 2007, y yo hipotiroidismo autoinmune así que intuíamos no ser las personas más fértiles del mundo y decidimos tomárnoslo con tiempo. Pasaban los meses y las pruebas médicas no encontraban porqué los resultados seguían sin llegar.
A nuestro alrededor veíamos cómo parientes y amigos agrandaban sus familias y, aunque nos alegrábamos mucho por ellos, no podíamos evitar tener una sensación de vacío cada vez más difícil de llenar. Miguel siempre se acordaba de un viaje en tren en Uzbekistán dónde un policía se acercó a conocernos intrigado por las vidas de unos forasteros y comunicándonos por gestos (allí el inglés no se ha puesto todavía de moda), pudimos entender que aunque mucho más joven que nosotros tenía dos hijos y era de lo que más orgulloso se sentía en el mundo.
Los tratamientos empezaban a endurecerse física y psicológicamente. Después de una inseminación y tras escuchar por parte del equipo médico que no merecía la pena volver a intentarlo, en Noviembre de 2015 nos pusieron en lista de espera para fecundación in vitro. Lo único que podíamos hacer era relajarnos y esperar.
Este pasado Febrero, después de un viaje a Córdoba, en lo que prometía ser uno más de tantos frustrantes test de embarazo saltó la noticia: ¡POSITIVO!, ¿estamos embarazados? No nos lo podíamos creer y decidimos tomarlo con cautela. Afortunadamente, las pruebas iban indicando que todo iba bien. Con la ecografía del latido empezamos a emocionarnos. Enseguida supimos que esperábamos un niño y que si todo iba bien para Hallowen seríamos papás.
Dos test por si acaso |
Como no podía ser de otra manera Víctor I, "el Esperado", tampoco tuvo prisa por salir. Después de 10 días de retraso y un pequeño sobresalto, el 10 de Noviembre de 2016 llegó a nuestros brazos en perfecto estado de salud y con sus 20 dedos. POR FIN!!
Esta es, sin duda, la entrada que más tiempo ha costado publicar, pero no por el tiempo de espera, que también, sino por la carga emocional que para nosotros tiene esta historia y la dificultad de encontar las palabras adecuadas para contarla.
Por el momento se posponen los grandes viajes (este año tuvimos que cancelar Perú aunque a nuestra aseguradora le diese igual la combinación embarazo y Zika), aunque no los más pequeños, y tampoco de manera indefinida, porque nos gustaría que Víctor viajase con nosotros y ampliara así su visión del mundo.
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