Sus habitantes atraviesan el casco antiguo en moto, ya que los coches no pueden circular por allí, y los edificios, de corte chino, japonés y francés le otorgan una personalidad única.
A diferencia del resto de lugares que visitamos en Vietnam, no leímos mucho sobre esta pequeña ciudad, sólo sabíamos que merecía la pena visitar su puente japonés, que cerca de allí se encontraba My Son y que hay un montón de resorts porque los japoneses y chinos adinerados se vuelven locos por sus playas, por lo que nos sorprendió más si cabe.
Nuestra primera parada fue la casa de Phung Hung, una casa de mercaderes de finales del siglo XVIII única por el cruce de estilos arquitectónicos en su construcción, ya que cuenta con vigas vietnamitas cubiertas por un tejado de estilo japonés y un balcón exterior chino y que ha sido habitada por 8 generaciones de una familia dedicada al comercio de madera, especias, seda...Nos impactó el ambiente distendido con turistas sentados en la planta baja tomando té como si fuera una cafetería.
También aprendimos como hacían los famosos farolillos de Hoi An en un puestecillo cercano al taller, y eso sí que formó parte de nuestro equipaje de vuelta, de hecho, nos arrepentimos de no haber comprado más.
Al terminar el parón de compras continuamos peregrinando por los monumentos más emblemáticos del centro histórico de Hoi An. La siguiente visita fue en la casa Quan Thang, que nos recordaba bastante a la de Phung Hung, pero con una fuente muy chula en el patio. La construyó un comerciante chino en el siglo XVIII y por eso su tejado y suss bajorrelieleves tienen un estilo chino.
Pero lo mejor de Hoi An, con permiso de su puente japonés, son las Salas de Asambleas.
La primera es conocida como la sala de Asambleas de Phuoc Kien. El complejo recuerda mucho a una pagoda, ya que se construyó como tal en el siglo XVII pero a finales del siglo XVIII fue comprada por mercaderes ricos que habían huido de la zona de Phuoc Kien en China que la restauraron y dedicaron a la diosa del mar Thien Hau, para que protegiera a los marineros que comerciaban con ellos.
El ambiente es una mezcla entre centro turístico y religioso. Está muy bien conservado y en su interior se pueden ver preciosos tejados superpuestos, fuentes, estatuas, y montones de enormes inciensos para las ofrendas, que dicen tardan un mes en consumirse, pero curiosamente todos estaban recién empezados.
Las asambleas se parecen tanto que hasta tienen fuentes de dragón muy parecidas.
Los tejados en el centro de Vietnam son diferentes a los del norte y el sur. Aquí son curvos y se solapan. Los detalles son impresionantes,
Cada rincón esta cuidado hasta el último detalle, y por supuesto la decoración cuenta con las lámparas de bambú y seda de Hoi An.
Continuará...
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