Lo primero que hicimos fue visitar el famoso Santuario del Sagrado Corazón de Jesús, en lo alto de la montaña de Santa Luzía, subimos con el coche y menos mal que no lo intentamos andando porque las cuestas tiraban incluso en el coche.
Las vistas desde aquí deben ser muy impresionantes, pero nosotros solo alcanzamos a ver una parte del río Lima y del puente Eiffel, porque tal y como nos pasó en Oporto, el Océano Atlántico nos rehuyó, escondido entre la bruma.
Aún así la visita mereció la pena. El interior del Santuario es bastante chulo, y además desde su parte posterior hay diferentes caminos con jardines, ruinas de la antigua ciudad celtíbera de Santa Lucía, un parador,... Suficientes cosas que hacer para pasar una mañana o una tarde.
Para comer bajamos a Viana do Castelo utilizando el funicular, y después de cruzar una carretera con bastante tráfico y bajar el ascensor exterior de un moderno centro comercial, nos encontramos en medio de un casco medieval de lo más elegante.
El corazón de su centro histórico es la plaza de la república, rodeada de algunos de los edificios más interesantes de Viana do Castelo. La fuente ornamental de su centro, conocida como Chafariz, se encuentra en la plaza desde el siglo XVIII y es monumento nacional de Portugal.
El antiguo ayuntamiento, Antigo Paços do Concelho, tiene apariencia de castillo medieval ya que se construyó como palacete en el siglo XVI y en la actualidad se utiliza como sala de exposiciones.
También en la plaza se encuentra la Casa de Misericordia y su iglesia aneja, un palacio del siglo XVI de estilo barroco, del que destacan sus bellas columnas y su frontón triangular. Si tienes la oportunidad de visitar su iglesia tiene unos mosaicos de azulejos bellísimos.
Cerca de la plaza de la república se encuentra la catedral, cuya fachada en piedra rodeada por dos torres coronadas por almenas y con un gran rosetón central y una puerta con arco ojival. Se construyó en el siglo XV, y a nosotros personalmente nos gustaron más tanto la iglesia de la misericordia como la basílica de Santa Lucía.
También en su casco histórico se encuentra la casa y capilla de las Malheiras, una bella capilla del siglo XVIII de estilo barroco con un imponente frontón y encima una gran ventana enmarcada, flanqueados por columnas con capiteles decorados y tallados en granito, con motivos típicos del barroco como algas, líquenes, conchas, etc. y que normalmente se encuentran en las tallas de los interiores.
Y por supuesto callejear por su centro histórico, lleno de sorpresas, con preciosas joyas escondidas, como en este caso una instalación artística de lo más peculiar, que nos sorprendió y encantó a partes iguales.
Y el santuario de Santa Luzía sigue estando presente en la parte baja de Viana do Castelo, en los ratos en los que no está todo cubierto por la bruma si alzas la mirada ahí se encuentra, vigilante.
Pero Viana do Castelo no es solo un bello centro histórico, uno de sus principales atractivos turísticos es que tiene mar, así que algunos de sus atractivos turísticos se encuentran entre el río Lima y el Océano Atlántico.
Enfrente del puerto deportivo se encuentra la estatua en piedra de Viana, que construida en el siglo XVIII muestra una mujer coronada por un castillo y con una carabela en sus brazos y rodeada por cuatro bustos que representan cuatro continentes y que es una clara dedicatoria a la esencia marinera y exploradora de Viana do Castelo.
En nuestro camino hacia el castillo de Santiago da Barra pasamos por el famoso barco Gil Eannes, pero había tanta niebla que creímos que no merecía la pena entrar. Una vez llegamos al castillo, que es más bien una fortaleza con garitas de vigilancia en los muros y rodeado por un foso, la bruma lo rodeaba todo, lo cual nos transportó a Suomenlinna y si bien nos había impedido disfrutar de algunas cosas hasta ahora, la atmósfera que le proporcionó al castillo de Santiago da Barra nos agradó.
La fortaleza se construyó en el siglo XVI para ampliar la torre de roqueta, que desde el sigo XV se había encargado de defender la ciudad y ahora se encuentra en ella una escuela de hostelería, una iglesia e incluso un faro.
Paseamos de vuelta por el centro de Viana do Castelo y volvimos a subir hasta Santa Luzía a recoger el coche, la bruma seguía allí al atardecer, pero incluso sin las vistas, la visita mereció la pena.
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