No me había dado cuenta de todas la cosas que hicimos y vimos en
Helsinki, hasta que no estaba escribiéndolas para el blog. Al ser la parada de vuelta de un viaje tan largo, y tener el tiempo tan malo durante la mañana del primer día, casi todas mis memorias de Finlandia habían quedado en: interesante ciudad, pero muuucho frío. Así que me alegro de haber tomado el tiempo para volver sobre las fotografías y los recuerdos y recuperar Helsinki como una ciudad más que recomendable para pasar dos o tres días y que no haya caído en el olvido.
El segundo día, con un más que respetuoso día soleado, sobre todo para un país nórdico en mitad de noviembre, y más si tenemos en cuenta el día anterior, decidimos visitar el puerto.
Se nota que no es temporada alta porque no hay cruceros en el puerto, ni tampoco grupos de turistas en la cercana plaza del mercado.
Desde allí nos dirigimos a la Catedral Uspenski, elevada en una colina se encuentra este bello monumento de ladrillo rojo y cúpulas verdes coronadas con doradas cruces ortodoxas. Terminaron su construcción en 1868 y es el templo ortodoxo más grande que hay en toda Europa occidental.
Lamentablemente estaba cerrada, aunque tampoco sabemos el motivo, y sólo pudimos disfrutarla por fuera.
De allí nos dirigimos a la plaza del Senado, por la que habíamos pasado muchas veces el día anterior (nuestro hostal estaba justo al lado), pero ahora sí con ánimo de pararnos a contemplar los edificios que la rodean.
De estilo neoclásico. esta gran plaza con numerosas paradas de tranvía esta circundada por algunos de los edificios más importantes de Helsinki: el Senado (Senaatintori), la Catedral blanca (Tuomiokirkko) y el Edificio Central de la Universidad de Helsinki, además de pequeños comercios y cafeterías.
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Se nota por las caras de frío que esta foto de la plaza del Senado la tomamos el día anterior... |
La Catedral blanca, elevada desde la plaza del Senado por una escalinata, no sólo impone por su tamaño y su belleza neoclásica, también por su níveo color. Sus tejados verdes y cruces doradas nos recuerdan a la ortodoxa catedral de Uspenski, así como su posición elevada respecto al resto de edificios que los rodean. Y es que, a pesar del contraste entre los dos edificios, ambos se planificaron a la vez en el tiempo, por lo que, salvando las diferencias arquitectónicas, se complementan uno a otro.
En esta ocasión, si que pudimos entrar a la catedral luterana, para descubrir un interior sobrio y elegante, donde lo único que interrumpe la paleta de colores pálidos es un gran órgano en el ábside y el púlpito dorado.
Decidimos tomarnos el resto del día de manera un poco más ociosa, paseando por la calles peatonales y comer tranquilamente antes de coger el autobús de vuelta al aeropuerto.
Si te toca pasar aquí como nosotros, o tienes un par de días libres y quieres visitar una ciudad interesante,
Helsinki y
Suomenlinna son una buena opción para tomar el pulso en poco tiempo a la cultura de los países nórdicos.